Francisco Molina Olmos

Su historia

Francisco Molina Olmos Nació el 13 de enero de 1917 en Olivares de Moclín (Granada)
Deportado a Mauthausen el 17 de septiembre de 1941. Nº de prisionero 5.910
Trasladado a Gusen el 20 de octubre de 1941. Nº de prisionero 14.071
Fallecido en Gusen el 14 de enero de 1942.

Información y documentación facilitada por su sobrina Ana Molina

Francisco fue el menor de ocho hermanos, que crecieron entre los olivares que riega el río Frailes. Con apenas 17 años, tras la proclamación de la República, se afilió al sindicato AS de Granada y trabajó de funcionario en el Ayuntamiento de Moclín. A los 19 años, cuando se produjo el golpe de Estado que provocó la Guerra de España, se alistó voluntariamente en las filas republicanas junto con sus hermanos Juan y Miguel.

Francisco y Juan formaron parte de la 93ª Brigada Mixta. Ambos lucharon en la Batalla del Ebro y en abril de 1938 fueron ascendidos al grado de sargento. La última noche del año, las tropas de Franco rompieron el frente por lo que su unidad tuvo que replegarse a la Sierra de Prades. La 93ª B.M. fue diezmada por la aviación rebelde durante su retirada hacia la frontera. En febrero de 1939, pasó a Francia junto a su hermano Juan.

Los dos estuvieron prisioneros en Argelès-sur-Mer hasta que Francisco se vio obligado a alistarse en una Compañía de Trabajadores Españoles del ejército francés como único medio para abandonar la mísera vida del campo. Juan tuvo más suerte y fue contratado por una granjera para trabajar en tareas agrícolas. Con su CTE, Francisco estuvo abriendo trincheras y fortificaciones en los Alpes franceses y posteriormente en la zona de Verdún y Colmar. Fue hecho prisionero por las tropas alemanas en junio de 1940, días después de que Hitler iniciara la invasión de Francia.

Los nazis le trasladaron al campo de prisioneros de Sagan, el stalag VIII-C, donde permaneció cerca de un año. Una mañana, inesperadamente, fue enviado junto con otros doce republicanos, vía Breslau, hasta el campo de concentración de Mauthausen, donde llegó el día 17 de septiembre de 1941.

Resulta muy significativo que ninguno de los trece españoles que viajaron en ese convoy consiguió sobrevivir a su deportación. El periodo que comprende otoño e invierno de 1941 a 1942 fue el más letal para nuestros compatriotas. Francisco y sus compañeros aterrizaron en Mauthausen en el peor momento posible. Así se explica que, apenas un mes después de su llegada, el 20 de octubre de 1941, fuera trasladado al subcampo de Gusen. Junto a él, fueron enviados otros 1.200 prisioneros españoles de Mauthausen. Uno de ellos, Enrique Calcerrada, describió así aquel funesto viaje en el que tuvieron que recorrer a pie cinco kilómetros: "El alboroto de la guardia, mezclado con los aullidos de los perros, lanzados al mismo tiempo o por separado, formaban una diabólica comunión, mezclándose con una salsa de patadas, culatazos, mordiscos de perro en las piernas de los más enfermos y débiles, que de mal modo podían seguir la marcha infernal de la columna. Algunos infortunados caían al suelo, impotentes o heridos, dando lugar con ello a nuevos lotes de humillaciones e insultos por parte de los guardias que custodiaban la columna. Para muchos infelices era el comienzo de su fin; sus cuerpos continuaban el viaje colgados de los hombros de sus camaradas que a duras penas podían con los suyos propios. Paso a paso la caravana se estiraba, siempre un poco más, provocando la enloquecida cólera de los guardias. Para remediarlo, estos repartían rociadas de golpes, cada vez con mayor intensidad, en un viaje que no terminaba nunca… La caravana se había estirado ya algunos cientos de metros y los últimos de la cola llegábamos a la llanura cuando los primeros de la columna avistaban el pequeño burgo de Gusen. El peso de los heridos y enfermos nos había fatigado a los demás y los últimos cientos de metros teníamos que hacerlos apoyándonos los unos en otros, todos empujados por un pelotón de SS que golpeaban y gritaban como diablos enfurecidos".

El recibimiento en Gusen fue aún peor según explicó otro deportado español, el zamorano Ricardo Rico, que ya se encontraba allí: "como los pocos empleos y oficios del Campo habían sido ya cubiertos con expediciones anteriores, estos hombres fueron, en su mayoría, afectados a las canteras... Fueron eliminados con una rapidez vertiginosa".

Francisco murió un día después de cumplir 25 años; era el 14 de enero de 1942. La causa oficial que los SS consignaron en el "libro de los muertos" fue una pulmonía. Tras la liberación, un superviviente contactó con su hermano Juan y le aseguró que Francisco había muerto en la cámara de gas. En aquellas fechas no existía dicha mortal instalación ni en Gusen ni en el propio Mauthausen y no consta que fuera enviado al castillo de Hartheim. Siempre nos quedará, por tanto, la duda de si Francisco murió gaseado en el llamado "camión fantasma" o por cualquier otro terrible procedimiento de aniquilación empleado por los SS.

Durante décadas su familia no tuvo ni siquiera una fotografía suya. Sin embargo, en 2018 lograron localizar una imagen de Francisco, vestido con uniforme militar. Ocurrió dos años después de que, el 1 de mayo de 2016, se inaugurara un monolito que recuerda su figura y la de Juan Jiménez Herrera, los dos vecinos del municipio asesinados en los campos de concentración nazis

La historia de Francisco Molina ha sido recogida en el libro La carta que nunca pude enviar escrito por su sobrina Ana. Ella misma os ofrece más información en este vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=yC1Nm_5LMWE

Con la colaboración de l'Amicale française de Mauthausen