Andrés Fariñas Adsuar

Su historia

Andrés Fariñas Adsuar

Nació en Madrid el 16 de agosto de 1919
Deportado a Mauthausen el 27 de enero de 1941. Nº de prisionero 5152
Trasladado a Gusen el 17 de febrero de 1941. Nº de prisionero 9895
Asesinado en Gusen/Mauthausen el 17 de octubre de 1941

Información facilitada por Andrés Fariñas, sobrino nieto de Andrés.

Andrés fue el menor de tres hermanos que combatieron defendiendo la República durante la guerra de España. A pesar de su enorme juventud, 20 años, alcanzó el grado de teniente.

Tras la caída de Cataluña, en febrero de 1939, cruzó la frontera hacia Francia, donde fue internado en uno de los campos de concentración habilitados por las autoridades galas. Al igual que miles de compatriotas, el madrileño se alistó en el ejército francés para escapar del hambre y de la miseria que se vivía en estos campos. Andrés se integró en la 22ª Compañía de Trabajadores del Ejército (CTE) francés.

Desde ella escribió repetidas veces a su familia. En una de sus cartas expresó su deseo de regresar a España y solicitó a su madre que se enterara de si ello era posible. La respuesta no tardó en llegar; su madre y sus hermanos le disuadieron, burlando la censura franquista, diciéndole que su padre "le estaba esperando"; Andrés entendió el mensaje porque su progenitor había fallecido años atrás.

La 22ª CTE fue enviada en noviembre de 1939 a las cercanías de la Línea Maginot. Junto a otras cuatro compañías españolas (23ª, 24ª, 25ª y 26ª) se ubicó en las proximidades de la localidad de Morhange. Andrés pasó más de 6 meses reforzando las fortificaciones cercanas a la frontera alemana y trabajando en diversas infraestructuras. Un mes después de la invasión alemana, el 7 de junio de 1940, Andrés y otros 2.200 españoles fueron replegados hasta la localidad de Sainte-Menehould. Pocos días después, ante el imparable avance de las tropas de Hitler, los oficiales franceses abandonaron sus puestos y se produjo una gran desbandada en el frente aliado. Con casi toda seguridad Andrés debió huir con sus compañeros hacia el sur, buscando la frontera con Suiza. Lo más probable es que fuera capturado por los nazis a finales de junio en la región de los Vosgos, junto a miles de españoles y más de un millón de soldados franceses.

Lo cierto es que el nombre de Andrés aparece en un listado de prisioneros de guerra publicado en el mes de octubre por las autoridades colaboracionistas francesas. Gracias a él sabemos que su cautiverio comenzó en el frontstalag de Belfort. De allí fue trasladado al campo de prisioneros de guerra de Fallingbostel (Stalag XI-B), situado en la región alemana de Baja Sajonia. Pocas semanas después, el 24 de enero de 1941 fue subido a un tren de ganado junto a 1505 españoles. Ninguno de ellos sabía que pasarían a la Historia por ser el mayor convoy de prisioneros españoles que llegó a Mauthausen. El 27 de enero, tras un interminable viaje de tres días, atravesaron las puertas del campo.

Andrés y sus compañeros sufrieron la típica "bienvenida concentracionaria": fueron rapados, despojados de todas sus pertenencias, desinfectados y finalmente enviados a las duchas. El madrileño recibió el traje rayado y el número de prisionero 5.152. En el registro del campo dejaron constancia de que su profesión era electricista. No sabemos si estaba herido, débil o, simplemente, tuvo mala suerte… pero solo tres semanas después, el 17 de febrero, fue trasladado a Gusen, el subcampo de Mauthausen conocido como El Matadero y en el que pereció la mayoría de españoles.

Andrés logró aguantar hasta el mes de octubre. Ese otoño-invierno de 1941 fue el más letal para la deportación española. Fueron miles los compatriotas que perdieron la vida en Gusen de todas las formas imaginables. El joven madrileño murió el 17 de octubre. El motivo oficial que consignaron los médicos SS fue doble: nefritis e insuficiencia circulatoria. La causa real nunca la conoceremos.

Mientras tanto, en España, su madre y hermanos trataron en multitud de ocasiones de averiguar el destino de Andrés, pero se encontraron con la negativa del Gobierno franquista a facilitar ningún dato que permitiera averiguar su paradero. Y eso que las autoridades del Régimen disponían, desde 1952, de todos los certificados de defunción, incluido el de Andrés, que le había remitido el Gobierno francés tras el fin de la guerra.

Ajena a lo ocurrido, la madre de Andrés se sentaba todas las tardes a la puerta de su casa con la esperanza de que su hijo menor apareciese algún día. Lo hizo hasta que falleció, a los 80 años de edad.

Finalmente, y ya entrada la democracia, sus hermanos consiguieron averiguar el destino del joven madrileño y como homenaje a él, el primer nieto de Antonio, el hermano mayor, lleva su nombre.

Con la colaboración de l'Amicale française de Mauthausen