José Sáez Cutanda

Su historia

José Sáez Cutanda

Nació en Bormate (Albacete) el 27 de octubre de 1919.
Deportado a Mauthausen el 27 de enero de 1941. Prisionero nº 6676.
Fallecido en 2004 en Alfortville, Francia.

Un año antes de morir José echaba la vista atrás y recordaba la inmensa alegría que produjo en su pueblo la llegada de la República, el convencimiento de que le permitiría vivir un futuro mejor, los avances conseguidos y el corto periodo de tiempo que tuvo para disfrutarlos.

Cuando estalló la guerra en España, harto de recoger cadáveres para trasladarlos al cementerio, se presentó en Madrid para defender la legalidad constitucional, pero como era menor, sus padres no estaban conformes y enviaron al alcalde de su pueblo para reclamarlo. Tuvo que esperar hasta el siguiente año para alistarse en el Cuerpo de Carabineros. Hizo la guerra entre el Segre y el Ebro.

Cuando llegó exiliado a Francia en febrero de 1939, tenía la esperanza de volver a defender Madrid, pero como a tantos otros republicanos las autoridades galas no se lo permitieron, y fue internado en los campos de Saint-Cyprien, Vernet y Septfonds, donde pasó hambre y vio morir a varios compatriotas. Al iniciarse la Segunda Guerra Mundial, no accedió a alistarse en el ejército pero, junto a otros compañeros, fue obligado a integrarse en la 25ª Compañía de Trabajadores Españoles. Desde el campo de Septfonds les enviaron en camiones a Toulouse y, encerrados en vagones de ganado, llegaron a la línea Maginot para realizar tareas de fortificación. Su principal tarea consistía en desplegar alambradas en una zona boscosa. Allí comprobó el desprecio con que eran tratados los españoles, segregándoles para que no tuvieran contacto alguno con los soldados del ejército francés. Cuando los alemanes atravesaron la frontera y acabaron con la leve resistencia aliada, José huyó hacia Suiza, pero no consiguió llegar y fue apresado en Colmar. Pasó por dos campos de prisioneros antes de ser deportado a Mauthausen.

José Sáez Cutanda

Al llegar, tras pasar por la ducha y la barbería, consiguió camuflar su pequeña cartera, donde conservó hasta el día de la liberación su certificado de identidad, documento de la guerra de España.

Durante los primeros meses trabajó en la cantera, lugar donde encontraron la muerte muchos republicanos. A finales de junio de 1941 salió del campo central para pasar a formar parte del kommando César. Se trataba de un grupo de trabajo formado íntegramente por españoles, cuyo responsable era el kapo César Orquín. Empezó construyendo carreteras y después fue empleado en una central eléctrica. En este destino llego a ser jefe de trabajo y de barraca; usando esta privilegiada posición, trató de tener a su cargo a los más débiles, con el fin de protegerlos.

Una de las pocas alegrías en su cautiverio la tuvo al recibir una carta de su padre, en la que le envió fotografías de sus hermanos.

Siempre tuvo la esperanza de salir con vida, y lo consiguió. Cuando al fin fue libre pesaba tan solo 43 kilos. Fue repatriado a Francia y acogido por el Ayuntamiento de Alfortville. Conoció a su mujer, Pierrette, con la que se casó en 1951. En 1964, conseguida la nacionalidad francesa, regresó por primera vez a Bormate, su pueblo natal.

José Sáez Cutanda

José nunca habló de sus vivencias en el campo de concentración. Para Pierrette, su viuda, eso ha sido un gran error. Se arrepiente de ese silencio que respetó y de no haber compartido con él su sufrimiento. Lo que sí le contaba José es que todas las noches volvía a Mauthausen, y que al despertar se levantaba con esas imágenes de horror en su cabeza. Un año antes de su muerte ofreció su testimonio a un sobrino y a unos profesores de la Universidad de Albacete. Pierrette cree que para José fue un momento de liberación, de desahogo.

A partir de su fallecimiento, esta comprometida mujer se ha implicado en mantener la memoria de los deportados a los campos. Con ese fin colabora activamente en la Amical de Mauthausen, en París. Desde esta organización además, se trabaja estrechamente con los institutos franceses, con el fin de informar a las nuevas generaciones del horror que supuso la deportación. En palabras de Pierrette: "Los jóvenes deben ser muy vigilantes porque lo que pasó ayer puede volver a ocurrir mañana".

Con la colaboración de l'Amicale française de Mauthausen