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Días antes de la liberación, los 18.000 prisioneros del subcampo de Ebensee sabían que los SS planeaban exterminarles. Marcial Mayans fue uno de los deportados que ejecutaron un plan que permitió abortar ese criminal plan. Pocas horas después, las tropas estadounidenses liberaron el campo. Marcial pudo dejar crecer su bigote, que tanto había echado de menos durante los años de cautiverio. Un bigote que le sirvió en 1936 para alistarse en el Ejército republicanos; tan solo tenía 16 años.