Nacido el 15 de mayo de 1916 en Bácor-Olivar, entonces perteneciente a Freila (Granada).
Deportado a Mauthausen el 11 de septiembre de 1941. Nº de prisionero 4887.
Deportado a Buchenwald el 17 de octubre de 1943. Nº de prisionero 22650.
Liberado el 11 de abril de 1945 en Buchenwald.
Falleció en Marbella el 7 de junio de 2001.
Información y fotografías facilitados por Juan Marín Hernández.
La infancia de Francisco fue un anticipo de lo que le depararía el resto de la vida. Su madre, Amalia Giménez, falleció cuando él apenas había empezado a dar sus primeros pasos. Junto a sus hermanos Antonio y Manuel fue testigo, poco después, de la gran epidemia de "gripe española" que dejó más de 6.000 muertos en la comarca de Guadix. Para agravar la ya de por sí dramática situación, los cultivos fueron arrasados por una plaga de langostas.
En este adverso escenario, el padre de Francisco conoció a otra mujer en Alicún de Ortega, una localidad que frecuentaba por motivos de trabajo. Su nombre era Josefa y su vida tampoco había sido hasta entonces un camino de rosas. Acababa de perder a su marido, Gregorio, y se enfrentaba en solitario al cuidado de sus cuatro hijos: Juan, Andrés, Josefa y Antonio. Por eso no dudó en aceptar la invitación de trasladarse a Bácor y formar una nueva familia. Francisco, Antonio y Manuel aceptaron de inmediato la nueva situación y trataron a los hijos de Josefa como a verdaderos hermanos de sangre.
Los años pasaron con mayor benevolencia hasta que la guerra llamó a su puerta. Francisco fue reclutado por el ejército republicano a comienzos de 1937. Fueron muchos los combates en que participó el bacoreño: desde el Jarama pasó por Belchite y, posteriormente, Teruel. La del Ebro fue su última batalla en territorio español antes de cruzar la frontera en febrero de 1939.
Una vez exiliado en Francia fue internado en varios campos de refugiados/concentración, lugares donde la escasez de alimentos e higiene hacían insufrible la estancia. El último por el que pasó fue el de Septfonds. Allí acabó siendo obligado a alistarse en las Compañías de Trabajadores Españoles del ejército francés; partió de Septfonds el 1 de noviembre de 1939 hacia Épinal. En esa localidad fue asignado a la 28ª compañía, con la que trabajó en diversos lugares próximos a la frontera con Alemania.
Tras la invasión de las tropas de Hitler, fue apresado por los soldados nazis el 24 de junio de 1940 en las proximidades de Saint-Dié-des-Vosges. Ya como prisionero de guerra, pasó por el frontstalag de Saaburg, en la región francesa de Lorena, y por el stalag de Salzburgo (Austria). Finalmente, el 11 de septiembre de 1941, atravesaba las puertas del campo de concentración de Mauthausen.
A su llegada recibió el número de preso 4.887. A pesar del trato inhumano, Francisco no perdió la esperanza de sobrevivir a aquel infierno. Sus deseos de volver a Bácor y ver a su novia, a la que le hizo una promesa antes de marchar, pudieron con todo.
En octubre de 1943 Francisco recibió la mala noticia de su traslado a otro campo. Nuevamente debería subir a un tren con vagones de ganado en el que volvería a leer el cartel "8 caballos y cuarenta hombres". Comenzaba un nuevo destino para él: Buchenwald.
El bacoreño recibió el número de preso 22.650. Allí fue destinado a la fábrica de armamento Gustloff-Werke II, donde trabajó hasta que en agosto de 1944 resultó herido en un bombardeo norteamericano. Posteriormente fue enviado a otros grupos de trabajo.
Francisco participó, junto al resto de los prisioneros, en la liberación del campo de concentración el 11 de abril de 1945. Horas después de acabar con la escasa resistencia de sus guardianes, celebró la llegada de las tropas estadounidenses. "In Mauthausen I have suffered the most inhumane treatment". Esta es una de las afirmaciones recogidas en la declaración que Francisco prestó ante los aliados, el 8 de mayo de 1945.
Tras la ansiada liberación y ante la imposibilidad de regresar a la España de Franco, fue trasladado a Francia. Allí pasó varios meses en la ciudad de Tarbes hasta que no pudo más y decidió arriesgar la vida para regresar a su pueblo natal. El 26 de octubre de 1946 llegó a Bácor, donde se reencontró con su familia.
La vida de Francisco Caballero ha servido de base a Juan Marín Hernández para escribir su novela, La sombra del recuerdo.