Portada Hechos y datos Mauthausen, el campo de los españoles

Mauthausen, el campo de los españoles

En 1938, Himmler decidió construir un campo de concentración junto al pequeño pueblo de Mauthausen, en la Austria recién anexionada por el Reich. El dirigente nazi se había fijado en las productivas canteras de granito de la zona y pretendía explotar el trabajo de los prisioneros en ellas. Las piedras deberían servir para pavimentar las calles de Viena y embellecer la cercana ciudad de Linz, situada a menos de 100 kilómetros de la localidad natal del Führer.

El 8 de agosto de 1938 llegaron a Mauthausen los primeros trescientos prisioneros, procedentes del campo de concentración de Dachau. En su mayor parte se trataba de delincuentes comunes alemanes, aunque también figuraban entre ellos algunos presos políticos. Vigilados por una guarnición de ochenta SS, su primer trabajo consistió en construir las barracas de madera que servirían para su alojamiento y el de los prisioneros que irían llegando durante las siguientes semanas. Con el comienzo del nuevo año, la población de reclusos, que no paraba de crecer, comenzó a trabajar en la cantera.

El campo fue construido, paso a paso y durante años, por los propios prisioneros, por lo que la estampa que se encontraron los primeros españoles, llegados en agosto de 1940, fue radicalmente diferente a la de quienes entraron en los albores de 1942. La alambrada electrificada que rodeaba el campo fue siendo sustituida, metro a metro, por muros de granito. Se erigieron nuevos edificios y se habilitaron campos anexos. Mauthausen no paró de crecer hasta el mismo momento en que fue liberado por las tropas norteamericanas.

Los subcampos de Mauthausen

Desde Mauthausen se gestionaría, con el paso de los años, una red de campos satélite que se extendió a lo largo y ancho de Austria e incluso parte de Alemania y Yugoslavia. Estos subcampos, conocidos como kommandos, se crearon junto a canteras, fábricas, granjas o infraestructuras en las que se requería mano de obra esclava. Contaban, generalmente, con sus barracas en las que se alojaban los prisioneros y con sistemas de seguridad similares, aunque a menor escala, que los del "campo madre". Su tamaño variaba enormemente e iba desde grandes subcampos como Gusen o Ebensee, que llegaron a alojar más reclusos que el propio campo central, hasta pequeños kommandos en los que apenas trabajaba una docena de deportados. No se conoce la cifra exacta , pero superó con creces el centenar. Localidades como Steyr, Bretstein, Gunskirchen, Floridsdorf, Linz, Melk o Viena contaron con uno o varios de estos subcampos. Cada uno de ellos estaba dotado de la correspondiente guarnición de SS dispuestos no solo a vigilar, sino también a hacer la vida imposible a los prisioneros.

Hubo dos grupos de trabajo especialmente conocidos entre los prisioneros españoles: el kommando César y el kommando Poschacher. El primero de ellos era dirigido por el kapo valenciano César Orquín y estaba formado casi exclusivamente por deportados republicanos. Orquín se ganó la confianza de los SS y, por ello, le permitieron liderar, sucesivamente, a los presos en tres subcampos. Entre mayo de 1941 y junio de 1942, César y su grupo estuvieron realizando trabajos de reparación de calles y construyendo un puente en la localidad de Vöcklabruck, a 80 kilómetros de Mauthausen. Cumplida la misión, se le destinó a Ternberg, donde pasaron algo más de dos años colaborando en las tareas de construcción de una presa. Finalmente, en diciembre de 1944, se les asignó una nueva responsabilidad en Redl Zipf, donde realizaron la perforación de túneles destinados a la fabricación de armamento. A diferencia de otros kapos, los prisioneros que tuvo a su cargo discrepan sobre la actitud de César. Para unos, fue un traidor que provocó la muerte de numerosos deportados y llegó a delatar ante los nazis a los dirigentes de la organización comunista. Otros, sin embargo, afirman que le deben la vida ya que siempre se preocupó por proteger a "sus hombres".

No existe tanta polémica sobre el kommando Poschacher, cuyos miembros eran conocidos por el resto de los españoles como "los pochacas". Este peculiar kommando fue creado en el verano de 1943. El comandante del campo llegó a un acuerdo con Anton Poschacher, dueño de una empresa familiar dedicada a la construcción y a la explotación de una pequeña cantera situada cerca del pueblo de Mauthausen. Poschacher necesitaba operarios que sustituyeran a los jóvenes austriacos que se habían marchado al frente para combatir. Los SS responsables del campo decidieron reunir, para tal fin, a los españoles más jóvenes. Entre ellos se encontraban los adolescentes que habían llegado con sus familias desde Angulema, tres años atrás. En el otoño de 1944 sus miembros accedieron a un régimen de semilibertad y fueron diseminados en diferentes lugares de trabajo, desde las granjas cercanas a Mauthausen hasta pequeñas empresas e incluso panaderías de la ciudad de Linz.

El universo de Mauthausen con todos sus subcampos llegó a albergar en los últimos meses de la guerra a más de 80.000 prisioneros. A lo largo de sus casi siete años de existencia, pasaron por él unos 200.000 hombres, mujeres y niños de los que 120.000 fueron asesinados de todas las maneras imaginables.

Plano de Mauthausen

Con la colaboración de l'Amicale française de Mauthausen