Pablo Agraz Alonso

Su historia

Pablo Agraz Alonso Nació el 17 de mayo de 1908 en Salamanca.
Deportado a Mauthausen el 9 de agosto de 1940. Nº de prisionero 3662, 10940 y 178.
Falleció en París el 21 de marzo de 1963.

Texto y fotografías facilitados por Pablo Martínez Botello, sobrino-nieto de Pablo Agraz.

Pablo Agraz Alonso era el único varón de una familia de ocho hijos. Hacia finales de los años veinte emigró a Madrid junto su madre, Cecilia Alonso Puente y sus hermanas, instalándose en el madrileño barrio de Atocha. Su padre Leonardo Agraz Sendín, se quedó en Ledesma (Salamanca), localidad en la que trabajaba como cartero. Tras el golpe de Estado de julio de 1936, Leonardo fue encerrado en la Cárcel Provincial de Salamanca. El 28 de agosto fue víctima de una de las «sacas» que se realizaron en esa prisión. Le asesinaron en la carretera que va desde Salamanca a Zamora, probablemente a la altura del municipio del Cubo de la Tierra del Vino.

Durante los años treinta Pablo Agraz entró en contacto en Madrid con los movimientos sociopolíticos progresistas de la época; viviendo en la capital de España la proclamación de la II República. El golpe de Estado que provocó el estallido de la guerra civil le empujó a alistarse en el cuerpo de Carabineros para defender el régimen democrático republicano.

Por algunas de sus cartas sabemos que participó en el asedio del Alcazar de Toledo entre julio y septiembre de 1936. La siguiente noticia que tenemos de él lo sitúa en julio de 1938 en un acuartelamiento del Cuerpo de Carabineros localizado en Granollers (Barcelona). Tras la ofensiva a finales de diciembre de ese año de las tropas franquistas sobre Cataluña, la información que tenemos es que se replegó desde La Seu d'Urgell hacía la frontera francesa, dejando España el 10 de febrero de 1939 por Puigcerdá (Girona).

Ya en Francia, desde la localidad de Bourg-Madame recorrió con sus compañeros de exilio ocho kilómetros a pie hasta Latour-de-Carol, donde subió a un tren que lo llevó a Gare de Borredon, para desde allí llegar al campo de concentración francés de Septfonds. Este recinto llegó a albergar a 150.000 republicanos exiliados. Por una carta que envió desde Septfonds a su amiga Pepita Sellés sabemos que se encontraba allí el 12 de marzo de 1939.

Gracias al correo que mantuvo con familiares y amigos, estamos seguros de que se alistó a la 59ª Compañía Especial Militarizada de Trabajadores Extranjeros (CTE), que realizó fortificaciones en la zona de Dunkerque, desplazándose a lo largo de la frontera franco-belga hacia Houtkerque y Wormhoudt. Pablo fue testigo y parte de la Batalla de Dunkerque. Gracias a un detallado informe que realizó el capitán francés Robert J. Eugéne Noiret, sabemos que en la zona había seis Compañías de Trabajadores Españoles de las que formaban parte 1.500 hombres. Noiret, que era el oficial al mando de las compañías, aportó detalles dramaáticos de aquellos diías y destacó el valor de los españoles: «En la mañana del día 23, el batallón francés abandonó Loon-Plage sin avisarme. Por lo tanto, la defensa del pueblo y sus alrededores quedó en manos de los trabajadores españoles e internacionales». Aunque formaba parte de otra compañía, el testimonio que legó otro español, José Marfil, nos ayuda a entender lo que debió vivir Pablo: «Veíamos desde las dunas cómo los aviones nazis y británicos combatían sobre nuestras cabezas. Muy pronto los stukas alemanes se adueñaron del cielo y se dedicaron a bombardearnos. El fuego de artilleriía también fue muy intenso y provocó muchas bajas. Nos ametrallaban continuamente y yo vi, durante aquellos días, pasar muy cerca de mí las balas».

Los barcos británicos evacuaron de las playas de Dunkerque a 225.000 soldados de su ejército y a más de 110.000 franceses. Los españoles fueron abandonados a su suerte. El 4 de junio de 1940, en Bray-Dunes, Pablo fue hecho prisionero por las tropas alemanas. En una nota que envió a Pepita Sellés a través de la Cruz Roja Internacional, le dijo: "Me encuentro bien". Desde Bray-Dunes fueron trasladados a pie hasta la ciudad holandesa de Emmerich, haciendo entre treinta y cinco y cuarenta kilómetros diarios. Parte del recorrido lo hicieron también en barco, a través del rio Rin, para llegar finalmente en camiones al Stalag I-B Hohenstein, en la Polonia ocupada.

Pablo fue uno de los primeros españoles en ser deportado a Mauthausen. Llegó a ese letal campo de concentración nazi, junto con 168 compatriotas más, el 9 de agosto de 1940, en el segundo de los convoyes que transportó a republicanos hasta Mauthausen. A su llegada, los SS le asignaron el número de prisionero 3662 y fue destinado a trabajar en la terrible cantera de granito como adoquinero.

El 17 de febrero de 1941 fue trasladado al mortífero subcampo de Gusen, situado a escasos kilómetros del campo central, para realizar trabajos en las fábricas de munición y armamento. Aquí se le adjudicó otro número de prisionero, el 10940. El 8 de enero de 1942 fue devuelto al campo central de Mauthausen habiendo conseguido sobrevivir al infierno de Gusen y le otorgaron un nuevo número que mantuvo hasta el final de su periplo, el 178. Sobrevivió, probablemente, por su complexión física y por haber practicado el boxeo en su juventud, pues en Mauthausen los boxeadores recibían alguna ración extra de comida, ya que los SS disfrutaban y apostaban en los combates que ellos mismos organizaban entre los deportados.

El 15 de febrero de 1943 fue llevado a diversos kommandos externos, dependientes del KL Mauthasuen, Grossraming, Schlier y Redl-Zipf, para finalmente llegar al nebenlager de Ebensee el 20 de noviembre de 1943. En este último detino trabajó en la construcción de los túneles donde se fabricaban las bombas volantes V-1 y V-2, así como piezas para los aviones de guerra Messerschmitt. En este subcampo fue liberado por las tropas norteamericanas el 6 de mayo de 1945, formando parte del grupo de 1.522 franceses, 245 españoles y otros 38 deportados de otras nacionalidades que fueron repatriados a Francia.

Vivió en Paris durante 18 años, para acabar falleciendo el 21 de marzo de 1963, a los cincuenta y cuatro años de edad, a consecuencia de las secuelas de los años de internamiento. Solía decir: "durante casi cinco años he sobrevivido en un cementerio de hombres vivos". Sus huesos descansan en el cementerio parisino de Bagneux.

Después de mucha insistencia conseguí, en el año 2001, que en el municipio madrileño de Velilla de San Antonio se recordara a los deportados españoles, dedicándoles una plaza llamada "plaza del triángulo azul", que además es un parque infantil (así cuando los niños pregunten el porqué del nombre, le tendrán que explicar la historia de los deportados españoles).

Además, autoedité en el año 2002 el libro Un viaje a la muerte, del que existen ejemplares en la biblioteca de Velilla de San Antonio y en la biblioteca popular de la comunidad de Madrid Joaquín Leguina. También hay ejemplares en el Amicale de París, la Amical de Barcelona, en la biblioteca del campo de Mauthausen y en la de los campos de Buchenwald, Dachau y Auschwitz. Es mi pequeña contribución para intentar evitar que sigan siendo «los olvidados».

Con la colaboración de l'Amicale française de Mauthausen