Luis Perea Bustos

Su historia

Luis Perea Bustos Nació en Socuéllamos (Ciudad Real) el 3 de febrero de 1918.
Deportado a Mauthausen el 26 de abril de 1941.
Prisionero nº 3612. Fallecido el 13 de julio de 2014 en Hendaya.

Luis no tuvo una vida fácil ni siquiera en su infancia; con tan solo diez años perdió a su madre y tuvo que ser criado por su abuela. Durante la guerra de España luchó en el frente de Madrid, donde resultó herido de bala el 11 de abril de 1937. Tras una corta convalecencia volvió a combatir en las batallas de Teruel y El Ebro.

En febrero de 1939 cruzó la frontera francesa y fue internado en los campos de Saint-Cyprien y Barcarés. Allí malvivió, según sus propias palabras, "rodeado de arena y piojos". Se alistó en la 31 Compañía de Trabajadores Españoles que fue destinada a construir fortificaciones en la línea Maginot, en la frontera con Alemania. Cuando el ejército nazi invadió Francia, trató de huir a Suiza en compañía de otros españoles. En la frontera los guardias helvéticos le impidieron el paso, por lo que cayó en manos de los alemanes en la localidad de Delle.

Su primer destino como prisionero de guerra fue el frontstalag de Besançon, cerca de la frontera suiza. Posteriormente fue enviado al Stalag de Altengrabow, ubicado a 90 kilómetros de Berlín. Desde allí, en la primavera de 1941, fue enviado a Mauthausen junto a más de 450 compañeros. El viaje duró tres largos días y dos noches que tuvieron que pasar en el interior de vagones para el ganado.

Luis escribió en sus memorias sobre la llegada del tren a la estación: "Abrieron las puertas de los vagones y empezaron a dar patadas y a lanzar los perros. Teníamos que bajar rápidamente. Muchos estaban enfermos con diarrea y con fiebre pero ahí no se respetaba nada. Estaban enloquecidos y nos pegaban".

Dibujo realizado en el campo de concentración por uno de los amigos de LuisContemplar el campo por primera vez le produjo gran impresión: "Al verlo, pensamos que lo que habíamos pasado no era nada al lado de lo que se nos venía encima. A las puertas del campo nos esperaban los kapos, que eran criminales, para exterminarnos. Eran terribles. Al llegar nos desnudaron, nos quitaron toda la ropa, nos afeitaron todo y nos dieron los trajes rayados. Cada noche pensábamos "hoy hemos pasado, a ver si mañana pasamos el día". Los palos y los castigos sin ninguna razón; el hambre, el frío… Todo era terrible. La muerte la teníamos a cada instante presente, formaba parte del vivir de cada día. Ya nos dijeron al llegar que la única forma de escapar del campo era por la chimenea".

Su primer trabajo fue limpiar la barraca 15 en la que estaba alojado. El jefe de la misma, al que llamaban Popeye, le maltrataba si no encontraba algo a su gusto. "Aquello era el infierno, pasábamos mucho frío. Yo mismo me hacía con sacos para protegerme debajo del traje pero si los alemanes se daban cuenta te mataban a palos. Disfrutaban y se reían; "cabeza de cerdo" nos llamaban".

El 22 de abril de 1942 fue transferido al kommando de Steyr. Trabajó en una fábrica de armamentos, motores y coches: "En Steyr murieron muchos compañeros maltratados, de hambre, de frío. Nadie se puede imaginar las atrocidades que hemos vivido. No es lo mismo contarlo que pasarlo. Ver como meten a un compañero en un bidón de agua helada y dejarlo tieso".

Fue gran amigo del deportado aragonés Miguel Aznar. En una ocasión, Luis le salvó la vida. Aznar ya no podía ni trabajar debido a los problemas que sufría en los bronquios. Un compañero de barraca, con conocimientos de medicina, dictaminó que era necesario frotarle el pecho con alcohol para aliviar su mal. Luis habló con un civil de la fábrica en que la trabajaba y le pidió que le consiguiera una botella de schnaps, el aguardiente local. El civil le dijo que era una locura pero, finalmente, accedió a cambio de una sustanciosa cantidad de tabaco. Llegaba el momento más peligroso: introducir la botella en el campo. Luis se la ató con una cuerda a sus genitales. A un SS le extrañó que, ese día, el deportado español, en lugar de correr como hacía habitualmente, caminara sospechosamente despacio. Le paró, comenzó a pegarle en la cabeza con una vara y le dijo: "Españoles muy listos", pero no le registró. Aznar tuvo su alcohol y logró recuperarse poco a poco. Durante el trabajo, sus compañeros le escondían entre la arena caliente y le tapaban con los sacos vacíos de cemento.

Luis y María el día de su boda.El día que los soldados estadounidenses liberaron el campo, Luis tenía 27 años y pesaba 30 kilos. Después de pasar por París, se instaló en Fresnes. No tenía nada, salvo su traje de rayas. Por eso lo tiñó de azul marino y lo estuvo usando durante años. Aprendió el oficio de fontanero y encontró trabajo. Conoció a María, una española que se había trasladado a Francia para trabajar de niñera. Se casaron en 1954 y tres años después nació Pilar, su única hija.

Luis siempre habló con su familia acerca de su deportación. Se reunía con viejos amigos del campo, como José del Olmo o Ramiro Santisteban y recordaban los duros momentos vividos. Por las noches, las pesadillas siempre le atormentaban. Nunca quiso volver al campo, decía que allí se habían quedado muchos de los suyos. "Tengo muchos años, pero nunca he olvidado lo que pasó allí. Yo cuento lo que pasó, la verdad, y se la explico a la juventud para que no vuelvan a consentir que algo así se repita. Que abran bien los ojos. Nosotros no hicimos ningún mal a nadie".

Pilar, su hija, recuerda emocionada el homenaje que le brindó la Asociación Republicana Irunesa "Nicolás Guerendiain", el 10 de abril de 2011, en Irún. En cambio el Ayuntamiento de Socuéllamos, pueblo natal de su padre, todavía no ha contestado a su petición, en la que solicitó un reconocimiento a los siete socuellaminos deportados a Mauthausen. También se lamenta del olvido por parte del Estado español y recuerda que, en cambio, el gobierno francés le concedió a su padre la medalla de combatiente.



Más información y una amplia entrevista con Luis Perea en la web de la Asociación Republicana Irunesa:
http://www.asociacionrepublicanairunesa.org/cas/luis-perea.php

Adiós a uno de los últimos de Mauthausen. Artículo publicado en El Mundo con motivo del fallecimiento de Luis Perea:
http://www.elmundo.es/internacional/2014/07/16/53c65a6fe2704e520b8b458a.html

Con la colaboración de l'Amicale française de Mauthausen