Siegfried Meir

Su historia

Siegfried Meir. De Olvera a Mauthausen Nació el 4 de mayo de 1934, en Fráncfort (Alemania).
Deportado a Auschwitz el 23 de abril de 1943. Nº de prisionero 117.943.
Trasladado a Mauthausen en enero de 1945.
Reside en Ibiza.

Siegfried era un niño que creció en el seno de una familia judía de Fráncfort. Su infancia estuvo marcada por las leyes racistas del Reich que le impidieron jugar en los parques con los demás niños, acudir a los colegios públicos y comprar en la mayor parte de las tiendas. Su padre era muy religioso y siempre le inculcó la idea de que Dios les protegería de los nazis. Muy pronto, la cruda realidad convirtieron al niño en un convencido ateo.

Con solo 8 años fue deportado a Auschwitz junto a sus padres. A su llegada, los nazis separaron a los hombres de las mujeres. Siegfried fue a parar al campo femenino junto a su madre. Los prisioneros que llevaban ya tiempo encerrados les advirtieron de que había sido un milagro que el niño no hubiera sido enviado inmediatamente a la cámara de gas. Por ello, Siegfried pasó dos meses escondiéndose de las guardianas SS. Durante el día, cuando las mujeres salían del campo para trabajar, él se ocultaba en el fondo de las enormes literas de madera de la barraca.

Esa situación cambió cuando su madre murió de tifus. Siegfried tuvo que salir de la oscuridad y presentarse ante las SS. Su físico ario y el hecho de que el alemán fuera su lengua nativa hicieron que cayera en gracia a las guardianas. Siegfried se mantuvo con vida.

El tifus se interpuso nuevamente en su camino. Cayó enfermo y fue trasladado a la enfermería del campo masculino en la que operaba el tristemente célebre doctor Mengele. Al tiempo que el siniestro médico de las SS experimentaba cruelmente con gemelos, decidió curar a ese niño judío que, sin embargo, era rubio y tenía los ojos azules.

Recuperado, Siegfried fue testigo en el campo masculino de todo tipo de atrocidades. A esas alturas, su padre ya había fallecido.

En los momentos finales de la guerra, los nazis evacuaron Auschwitz para evitar que los prisioneros fueran liberados por las tropas soviéticas. Siegfried viajó a bordo de vagones descubiertos en un gélido mes de enero. Sus ojos de niño vieron morir de frío, hambre y sed a muchos de los pasajeros del convoy. En el recorrido, el tren fue atacado por un grupo de partisanos por lo que muchos presos huyeron. Siegfried, sin embargo, no tuvo fuerzas para hacerlo.

Siegfried Meir. De Olvera a Mauthausen

Finalmente, a finales de enero de 1945 llegó a Mauthausen. No recuerda cómo lo logró porque perdió el conocimiento. Cree que alguno de los judíos que le acompañaban en la marcha de la muerte se apiadó de él y le llevó en brazos.

Nuevamente sus rasgos arios le permitieron eludir la muerte. El resto de compañeros de su convoy fueron gaseados o perecieron en las semanas siguientes. Siegfried se negó a que le cortaran el peló y montó un verdadero escándalo: "Ya todo me daba igual", afirma. El capitán Bachmayer, sorprendido por la valiente reacción de ese niño que gritaba en alemán, decidió confiárselo a uno de los prisioneros españoles, Saturnino Navazo. El pequeño fue acogido en la "barraca de los españoles".

Navazo cuidó de él hasta la liberación. Ese 5 de mayo de 1945 Siegfried lo vivió como "una gran fiesta". El problema llegó pocos días después. El niño no tenía a dónde ir y le pidió a Saturnino que le adoptara. El prisionero burgalés no lo dudó ni un minuto.

Juntos se instalaron en el sur de Francia, cerca de Toulouse. Siegfried quiso, a partir de ese momento, demostrarle a Navazo que había merecido la pena salvar su vida. Por ello se hizo famoso. Triunfó en el mundo de la canción y, más tarde, en el de la restauración y la moda. Navazo fue siempre y será siempre, incluso después de la muerte, el motor de la vida de Siegfried Meir.


Vídeo de Siegfried, cuyo nombre artístico era Jean Siegfried, en su etapa de cantante en Francia: Jean Siegfried "Terrain vague"

Con la colaboración de l'Amicale française de Mauthausen