Francisco Lucas Ripoll

Su historia

Francisco Lucas Ripoll Nació el 11 de noviembre de 1902 en Vinaroz, Castellón
Deportado a Mauthausen el 7 de abril de 1941. Nº de prisionero 4744
Falleció el 28 de noviembre de 1941 en Gusen

Información y fotografías facilitadas por Rosa María Fornel Quixal, sobrina de Francisco, y por Dolores Lucas Forner, hija de Francisco.

Francisco fue el único hijo de Blas Lucas, quien se dedicaba al transporte marítimo, y Francisca Ripoll, ambos de Vinaroz. Cuando contaba con 11 o 12 años inició un viaje con un tío que era marino mercante. Se desconoce si cursó estudios, pero por las cartas que se conservan se deduce que tenía instrucción. El 1932 se casó por lo civil con Dolores Forner Sabater, natural también de Vinaroz, siendo este el primer matrimonio civil del juzgado de la localidad.

La pareja se mudó a vivir a Castellón, donde Francisco poseía una Agencia de reclamaciones de ferrocarril denominada "La Activa". Trabajaba por cuenta propia y tenía unos ingresos mensuales que oscilaban entre setecientas cincuenta y mil pesetas. El domicilio y agencia estaban en la calle Lucena 13, enfrente mismo de la estación de ferrocarril. El 21 de febrero de 1934 nació su única hija, Dolores.

Se desconoce si ocupó algún cargo en algún partido republicano, pero se sabe que tenía ideas izquierdistas, defensor del orden legalmente instituido, de la República, al igual que toda la familia de su esposa. (En los extractos del Archivo Histórico de Defensa recogidos en el perfil del deportado Sebastián Forner, que era su cuñado, se encuentra información sobre su familia política y sobre él mismo).

Cuando entraron los sublevados a la zona de Castellón (14 de mayo de 1938) la familia se trasladó a la ciudad de Valencia.

El 27 de marzo de 1939 Francisco donó a su esposa su coche marca Opel matrícula C.S. nº 2610 y citaba que este fue incautado por el Cuerpo de Carabineros, parque de Castellón y matriculado con el nº 2212 M.H. Sería inmediatamente después, finales de marzo o principios de abril de 1939, cuando Francisco Lucas huyó de Valencia (fue tomada por las tropas franquistas el 30 de marzo de 1939) a Barcelona, a casa de una tía, Cinta Ripoll, que vivía en la calle Consell de Cent. El marido de esta era ferroviario y le indicó los lugares más seguros para sortear la vigilancia y poder huir en tren a Francia, pero en el momento de partir fueron unos policías a casa a buscarlo y tuvo que escapar subiendo por los tejados. En España lo hubieran procesado por ser miembro destacado de la UGT.

Dados los antecedentes de Francisco durante la guerra en España y para ocultar su identidad, en la primera carta que envió a su esposa desde Francia, concretamente desde el campo de Barcarès, utilizó un nombre falso (Severino Mateo Lucas) y se dirigió a ella como si fuera una simple amiga. En otras misivas la escribió como si se tratara de su prima. Nunca dejaba de preguntar por su pequeña hija de manera encubierta, de enviarle muchos besos y se lamentaba del calor y de "pisar mucha arena". En octubre fue trasladado al campo de Saint-Cyprien. Durante estos meses se encontraba en compañía de su cuñado, Sebastián Forner, que también tuvo que huir a Francia cuando los sublevados se hicieron con el poder en España. Ambos trataron siempre de permanecer juntos, y así lo transmitían en sus cartas a la familia desde los diferentes campos en que estuvieron recluidos.

A principios de 1940 comenzó a escribir desde la compañía de trabajadores españoles en la que ambos se encontraban, en la localidad de Montauban. Estaban bien de salud y pedían fotografías de la familia, especialmente de la pequeña. En otras ocasiones expresaba su deseo de buscar la forma de que le visitaran su mujer e hija. En una carta del 8 de marzo contaban que el pueblo era muy bonito, todo nevado y que también se hallaba con ellos su paisano Paco, el hijo de Agustín Batiste, y que se llevan como verdaderos hermanos. (Paco Batiste fue también deportado a Mauthausen y sobrevivió tras pasar allí más de cuatro años). En abril escribían que se encontraban bien y que habían celebrado la Pascua como en Vinaroz comiendo chocolates Serret, muy apreciados y elaborados en su pueblo, y naranjas de la huerta valenciana. Junto a la carta enviaron las etiquetas de estos productos. La última data el 25 de mayo de 1940. Todavía estaban junto a Paco Batiste. Habían transcurrido 15 días desde el inicio de la invasión alemana de Francia. En la retirada de las tropas francesas, con las que se encontraban los españoles en de las compañías de trabajadores, hubo mucho caos. Se desconoce en qué momento se produjo la separación de los tres paisanos durante esta huida, pero lo cierto es que cuando fueron apresados, cada uno de ellos fue enviado a un campo de prisioneros de guerra distinto y trasladados posteriormente en diferentes fechas al campo de concentración de Mauthausen.

Francisco retomó la comunicación con su esposa desde el campo de prisioneros de guerra al que fue enviado, el stalag XVIIA, situado en Kaisersteinbruck, al sureste de Viena. Desde el mes de octubre envió numerosas cartas a su familia a través de su tía de Barcelona, en las que ya firmaba con su verdadero nombre. A veces solicitaba el envío de un paquete con tabaco y papel de fumar. En el mes de diciembre comentaba que no sabía nada de su cuñado Sebastián y deseaba felices Pascuas de Navidad a todos. En esos momentos Sebastián traspasaba las puertas del campo de concentración de Mauthausen. Faltarían solo cuatro meses hasta que Francisco fuera deportado al mismo lugar.

En marzo de 1941 se seguía preguntando el destino de su cuñado y confiaba en que se encontraría junto a Paco Batiste, ya que según los tres se separaron en la retirada. Pedía fotografías a su esposa y decía que había muchos españoles con él que las recibían constantemente, y que él deseaba que le enviara alguna. Alguna noticia le debió llegar sobre su traslado cuando pocos días después volvía a escribir diciendo que de momento no se la remitiera. El 5 de abril, junto a doscientos españoles, fueron conducidos al cuartel de la Gestapo de Viena y el día 7 los deportaron a Mauthausen.

A esas alturas su cuñado ya había sido enviado al subcampo de Gusen, aún más duro. Ahí enviaban a los prisioneros más débiles o enfermos. Y allí fue a parar también Francisco. No sabemos si se volvieron a encontrar. Ambos murieron antes de que acabara 1941, en el invierno más terrible para los deportados españoles.

Dolores Lucas Forner recuerda pocos detalles de su padre porque era muy pequeña cuando él tuvo que huir; después, durante la posguerra, no se hablaba del tema en su casa por temor a posibles represalias. Tiene una imagen en la que encontrándose en la casa de Castellón, dos hombres vestidos de militar le preguntaban a su madre dónde estaba su marido. Más adelante la madre le comentó que si hubiesen registrado los cajones de la máquina de coser habría tenido problemas porque allí guardaba unas cartas que él le remitió desde Francia. Hoy se aferra a esas cartas que enviaba su padre desde Europa y al cariño que le transmitía en cada línea.

Con la colaboración de l'Amicale française de Mauthausen