Marcelino Bilbao Bilbao

Su historia

Marcelino Bilbao Bilbao Nació el 16 de enero de 1920 en Alonsotegi, Vizcaya.
Deportado a Mauthausen el 13 de diciembre de 1940. Nº de prisionero 4628.
Falleció el 25 de enero de 2014.

Texto y fotografías facilitadas por Etxahun Galpasoro, sobrino de Marcelino Bilbao.


Marcelino nació en Alonsotegi, villa de la margen izquierda de la ría bilbaína. Abandonado por sus padres biológicos, fue acogido por una familia numerosa y humilde, que le ofreció el mismo cariño que a todos sus hermanos adoptivos. Obligado por su maestro a dejar la escuela a los doce años, comenzó a trabajar temporalmente en la mina junto a su padre, para poco después pasar a una fábrica de hilaturas de yute, donde se inició en el activismo político. Con apenas trece años se vio envuelto en manifestaciones, huelgas y sabotajes que se llevaban a cabo en la agitada Bilbao de la II República. Al poco de ingresar en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) estalló la guerra de España, lo que le llevó a ingresar en un grupo libertario para hacer frente a la sublevación en Euskadi.

En noviembre de 1936 las fuerzas republicanas vascas llevaron a cabo la ofensiva de Villarreal (Álava), el primer gran choque militar en Euskadi, y Marcelino luchó encuadrado en el batallón Isaac Puente de la CNT. A este le siguieron duros combates como los del cerco de Oviedo, la ofensiva de Mola sobre Vizcaya, la caída de Santander o la épica batalla del Mazuco (Asturias), por la que el batallón sería condecorado con la Medalla de la Libertad. Cuando los franquistas ya se disponían a apresarle consiguió embarcar en uno de los últimos navíos que zarparon desde Avilés rumbo a Francia, y desde allí alcanzó tierras catalanas.

Una vez en el castillo de Figueres ingresó en la 63ª compañía de ametralladoras antiaéreas de la DECA con la que tuvo que combatir en el gélido enfrentamiento de Teruel, en las ofensivas de Aragón y de Levante y en la célebre batalla del Ebro, donde pudo conocer a Valentín González (El Campesino) y a Enrique Lister, entre otros destacados republicanos. Tras la batalla del Segre tuvo que acompañar emocionado a sus amigos de las Brigadas Internacionales hasta la frontera de Francia, paso que tendría cruzar él mismo apenas tres meses más tarde.

Las inhumanas condiciones de vida que los más de 500.000 civiles y combatientes republicanos tuvieron que soportar en los campos de internamiento franceses fueron unas duras pruebas que Marcelino superó en el arenal de Saint-Cyprien, en la playa de Argelès-sur-Mer y en el campo vasco de Gurs. En ellos presenció horrores como la muerte de un recién nacido por falta de asistencia o el completo abandono en el que se hallaban los mutilados y heridos de guerra.

Ante la inminente entrada de Francia en la guerra mundial, en un intento de obligar a los exiliados a que participaran en la defensa del país, las autoridades galas hacinaron a miles de refugiados en el infernal campo de Septfonds. En este lugar Marcelino ingresó junto a sus amigos José Mari Aguirre y Ángel Elejalde en la 26º Compañía de Trabajadores Extranjeros. Esta unidad militarizada fue trasladada a la Línea Maginot para que faenara en su fortificación, y allí permaneció hasta que los nazis desencadenaron la ofensiva sobre Francia en junio de 1940.

Marcelino Bilbao Bilbao

Tras ser apresados por las tropas alemanas en la bolsa de Épinal, José Mari y Marcelino fueron trasladados al stalag V-D de Estrasburgo, siendo transferidos hasta el campo de concentración de Mauthausen (Austria) el 13 de diciembre de 1940, después de que el ministro franquista Serrano Suñer sellara su destino con los dirigentes nazis en Berlín. Allí se volvió a encontrar con Ángel Elejalde, de quien se había separado en Épinal, y este supo advertirle a tiempo del fatal destino que le esperaba: picar piedra en la temible cantera de Wiener Graben. Marcelino tuvo que soportar todo tipo de penalidades y a punto estuvo de fallecer en varias ocasiones. Un kapo le abrió la cabeza con la punta de un pico, enfermó como consecuencia de las glaciales jornadas de trabajo, sirvió de cobaya humana en el experimento que el doctor Aribert Heim llevó a cabo con 30 prisioneros y de los cuales únicamente sobrevivieron 7… Pero milagrosamente logró salir vivo gracias a su picaresca y a su juventud.

En abril de 1944 el aparato de la Resistencia de Mauthausen decidió enviar a Marcelino al subcampo de Ebensee para que organizara, junto a Felipe Martínez, Francisco Bernal o Emilio Fernández (Cagancho) entre otros camaradas, un aparato de resistencia en este lugar. En Ebensee Marcelino se hizo con un puesto en las cocinas del campo y desde allí conspiró con sus compañeros para desbaratar los planes de eliminación de los presos que la jefatura SS tenía prevista. Finalmente los organizados cautivos consiguieron salirse con la suya y el 6 de mayo de 1945 el campo de Ebensee fue liberado, siendo el último de los campos de concentración que fue rescatado de la pesadilla nazi.

Tras una última odisea por Austria las autoridades galas le evacuaron a París para que recibiera una primera asistencia. Con Franco aún en el poder y sin un lugar al que poder dirigirse, Marcelino Bilbao acudió a casa de su amigo José Mari Aguirre, con cuya hermana, Mercedes, se casó y rehízo su vida en el departamento de la Vienne.

Con la colaboración de l'Amicale française de Mauthausen